En pleno siglo XXI la obesidad constituye un reto sanitario para países desarrollados y cada vez más para aquellos en vías de desarrollo. Se ha producido un importante incremento de sobrepeso y obesidad que ha tocado en algunos países límites extremos. La enfermedad no ha estado presente a lo largo de toda nuestra existencia como especie, por ello consideramos importante explicar brevemente los orígenes de la obesidad para entender así como la genética y el cambio en la alimentación ha propiciado el desarrollo de ésta.
Durante el 95-99% del tiempo el ser humano ha vivido como cazador-recolector, etapa evolutiva de la que proviene nuestra dotación genética para la alimentación. Durante este ciclo nuestros antecesores han tenido que resistir continuos y largos periodos de carencia de alimentos, lo que produjo una prevalencia en el genoma humano de “genes ahorradores”. Estos genes favorecían el almacenamiento de energía (debido a la escasez de alimentos) e incentivaban la supervivencia, permitiendo que los individuos pudieran llegar a edad reproductiva. El problema es que no ha dado tiempo a que los genes ahorradores se adapten a los cambios de dietas posteriores, las actuales, por lo que la discordancia entre la dieta actual y la prehistórica puede explicar la epidemia de enfermedades crónicas presentes hoy en día, como la obesidad.
Más tarde, hace unos 12.000 años, algunos grupos dejaron de ser cazadores-recolectores para comenzar así a producir sus propios alimentos. Este importante cambio en los hábitos alimenticios es considerado uno de los sucesos más importantes en la historia de la humanidad, revolución Neolítica, la cual se tradujo en la domesticación de animales y plantas. Es el antecedente de las sociedades modernas y uno de los desencadenantes de la obesidad hoy en día.
Cambios evolutivos relevantes para nuestra alimentación
- Bipedestación: Los homínidos comenzaron a diferenciarse de los simios al iniciar una nueva vida en el suelo y en un hábitat abierto. Un nuevo hábitat sin protección de árboles. La bipedestación significó un ahorro energético respecto a caminar a 4 patas, lo que supuso una importante ventaja evolutiva cuando las selvas de África se convirtieron en sabana, produciéndose una mayor dispersión del alimento que aumentó la necesidad de andar grandes distancias en busca de comida.
- Aumento de la masa cerebral: El aumento de la masa cerebral supuso un enorme gasto energético, ya que pasamos de consumir el 10% de la energía total de nuestro organismo, que es lo que consume de media un chimpancé, a consumir alrededor del 20-25% de nuestra energía total.
El importante ahorro energético que supuso la bipedestación se equilibró con el gasto derivado del aumento de masa cerebral, existiendo en todo momento un balance.
Una nueva forma de vida, una nueva alimentación
- Migración fuera de África: Las necesidades alimenticias de los homínidos, obligaron a la especie a emigrar a otros países en busca de una mayor accesibilidad de los alimentos, ya que al parecer las sabanas favorecían la dispersión geográfica de éstos. Además con la aparición del Homo Erectus con un mayor tamaño y mayores necesidades energéticas respecto al resto de homínidos, nos vimos forzados a emigrar hacia Asia y Europa donde la adaptación a los nuevos cambios climáticos supuso un aumento de las necesidades energéticas. Se estima que el Homo Neandertaliensis necesitaba alrededor de 4000 kcal/día. Actualmente y por supuesto dependiendo del peso y sexo de la persona necesitamos alrededor de unas 2.600 cal/día.
- Desarrollo de la agricultura y ganadería: Como hemos mencionado anteriormente el Neolítico supuso el cambio de cazadores como forma de vida a ganaderos y agricultores, con la producción de nuestro propio alimento. Este nuevo cambio que favoreció el cocinado de alimentos, supuso una mayor disponibilidad y enriquecimiento nutritivo de estos. Esta búsqueda por conseguir alimentos con mayor energía y la necesidad de un menor gasto energético para adquirirlos, son característicos de la sociedad de hoy en día, en la que gracias a los supermercados, restaurantes, etc. tenemos acceso a grandes cantidades de comida sin ningún esfuerzo, lo que conduce al sobrepeso y la obesidad. También influyen, como ya hemos mencionado anteriormente, nuestros genes ahorradores, los cuales nos dieron la ventaja de conseguir almacenamiento rápido de energía, para hacer frente a las épocas de escasez de alimentos. En la actualidad, debido a estos factores, no existe un balance energético entre energía ingerida y gastada, de ahí la importancia de hacer ejercicio y de llevar una vida sana, ya que es la única manera de reducir nuestro peso de forma saludable.
En definitiva estos son sólo algunos de los motivos evolutivos que pueden explicar los orígenes de la obesidad, en cuanto a genética y cambio en la alimentación, pero no son ninguna justificación de ésta. Debido a los elevados índices de obesidad en España y en el resto del mundo, la OMS ha considerado esta enfermedad como una epidemia del siglo XXI, y ha iniciado una llamada internacional para luchar contra el sobrepeso, en la que destaca la necesidad de implicación no solo de instituciones sanitarias, sino de gobiernos, industria alimentaria, educadores, etc; para concienciar a la población de que la obesidad es una enfermedad y puede provocar peligrosos problemas de salud.
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